El concejo de Pravia guarda una joya valiosísima a la vista de todos: el pueblo de Somao, situado en un lugar privilegiado, en lo alto de una colina como si fuera una fortaleza que contempla a un lado el bravío mar Cantábrico y al otro las escarpadas montañas asturianas.
Con 5,81 km² y alrededor de 300 habitantes, pertenece a la comarca del Bajo Nalón, se encuentra a solo 5 kilómetros de Cudillero, y ha sido merecidamente galardonado como “Pueblo Ejemplar de Asturias 2020” por la Fundación Princesa de Asturias.
“Los habitantes de Somao han sabido mantener la riqueza de su legado patrimonial indiano y rural a través de estrechos lazos de colaboración vecinal en una apuesta convencida y ejemplar por la unión de tradición y modernidad. La disposición al diálogo y el entendimiento, mostrada por sus habitantes en los últimos años en favor del bien común, el fuerte espíritu emprendedor de sus jóvenes, y su capacidad de gestión y organización de los bienes de la “parroquia rural”, integrados por montes y pastizales -cuyos ingresos redundan en beneficio del pueblo-, han contribuido con su esfuerzo a mejorar la actividad económica a través del sector agroalimentario y el turismo y a afianzar su sólida apuesta por el futuro.” (Acta del jurado)
Creo que en el acta queda bastante claro qué es lo que hace tan especial a esta parroquia rural del centro de Asturias. Así que en este post profundizaré en todas esas cualidades y te mostraré por qué deberías hacer una visita a Somao tan pronto como puedas.
¡Spoiler! Casas de indianos y vecinos comprometidos son un combo perfecto.
¿Quiénes fueron los “indianos”?
Ya te hablé del legado indiano de Asturias en las entradas sobre el Archivo de indianos y la Ruta de la Huella Indiana de Colombres. Por eso, si quieres ponerte en situación y descubrir muchos detalles interesantes sobre la emigración asturiana hacia América te recomiendo que, antes de seguir con este post, vayas a esos artículos y te los leas con tranquilidad.
No quiero ser pesada, así que aquí solo te daré una breve pincelada sobre quiénes eran los indianos y cuál fue su papel en el desarrollo, en este caso, del pueblo de Somao (aunque realmente en casi todos los pueblos jugaron un papel muy parecido).
Los indianos eran aquellos emigrantes que, a finales del siglo XIX y principios del XX, tras partir hacia América en busca de un futuro más próspero, volvían a su hogar natal después de haber cosechado grandes fortunas.
Esa opulencia económica les permitía construir grandes y lujosas mansiones (en la mayoría de los casos, porque siempre hay excepciones) y, en ocasiones, convertirse en benefactores de la tierra que les vio nacer.
En Somao es evidente que fueron muchos los paisanos que alcanzaron su sueño, ya que está considerado el pueblo con mayor concentración de casas de indianos de Asturias.
Además, estuvo a la vanguardia en cuanto a infraestructuras al haber sido uno de los primeros núcleos de la región en tener luz eléctrica; por supuesto, gracias a la beneficencia de los indianos.
La herencia indiana de Somao
Siguiendo a pie el ‘Paseo Indiano’ por Somao podemos recorrer todas las construcciones indianas, disfrutando no solo de este estilo de arquitectura sino también de la tradicional asturiana.
De hecho, resulta curioso ver los colores intensos de las fachadas eclécticas y modernistas en contraste con la madera y colores sobrios de hórreos y paneras.
Del mismo modo, es un regalo para los sentidos poder disfrutar de la belleza de jardines tan cuidados; con palmeras y otras especies exóticas, pero también repletos de plantas más comunes como las hortensias, que en verano aportan al pueblo un colorido precioso.
El recorrido por el conjunto de arquitectura indiana de Somao lo puedes empezar en cualquier punto. De todas formas, yo te recomiendo que dejes tu coche en la zona del parque y comiences desde ahí en sentido contrario a las agujas del reloj.
Allí mismo están la iglesia de Santa Eulalia (1901), el antiguo cine escolar benéfico (1920) muy bien conservado y que actualmente funciona como centro social, y las escuelas unitarias (1928).
Pegada a la iglesia está la que será nuestra primera parada en este recorrido virtual por las casas indianas de Somao, El Marciel (o Chalet de Solís), que data de 1910 y fue construido por Jesús Solís.
Al otro lado de la carretera, frente a la puerta de la iglesia, está la Casa de la Capilla, de color rojo intenso y de un tamaño bastante contenido respecto a otras casas de este estilo.
Desde aquí caminaremos con precaución por la carretera AS-352 hasta encontrarnos a mano derecha con la Casa de Tomás de Pachín, cuya construcción se remonta a 1887.
Aunque no es indiana en origen, sí que su historia está muy relacionada con la de numerosos indianos del pueblo. Por ejemplo, Tomás de Pachín, uno de sus últimos propietarios y de quien tomó el nombre, fue emigrante en Cuba.
Si estás atento verás que unos metros antes, en un cruce, están los antiguos lavaderos, pero te recomiendo que no te pares aún y los dejes para la vuelta.
Por ahora, continúa hasta El Noceo, la casa de José Menéndez Viña, quien fue el primer valiente de Somao en cruzar el océano Atlántico en busca de un futuro mejor.
Su destino fue Caibarién, en Cuba, y tras su marcha se produjo un efecto llamada en el pueblo que hizo que numerosos vecinos no tardaran en hacer sus maletas y partir hacia allí.
En 1880 José decidió reformar y ampliar la vieja casa familiar, que actualmente se conserva en muy buen estado (especialmente el interior), con numerosos objetos, documentos y mobiliario originales.
La Cochera (1900) es la única casa de indianos de Somao que se ha reconvertido en alojamiento turístico. Antes había sido la casa de los criados de El Noceo, y la galería es un añadido de 1999.
A pocos metros está La Marroquina, originalmente propiedad de Hermenegildo Menéndez.
Ahora sí que te animo a que hagas una parada en los lavaderos de La Serradera antes de continuar hacia La Casina, un encargo de Encarnación Valdés para Don Armando (su confesor y profesor de sus hijos), y que acogía también una escuela.
Justo enfrente verás el palacete que se conoce como La Casona, obra del arquitecto García Nava y que se comenzó a construir en 1900.
Llama la atención por las galerías, pero también por la gran escalera con terrazas de la fachada principal así como por los soportales de finas columnas de hierro que sostienen las galerías.
Fue propiedad de Gabino Álvarez (marido de Encarnación Valdés), quien sería además la primera persona a la que se enterraría en El Panteón (1909), un llamativo mausoleo modernista de estilo Sezzesión obra de Emilio Fernández Peña y que se encuentra dentro del mismo complejo.
Desde aquí puedes acercarte hasta Villa Radis , que data de 1900 o 1908, no lo tengo muy claro ya que he encontrado fechas contradictorias en diferentes documentos.
Fue un encargo de Gabino Álvarez (el hijo de Gabino y Encarnación, de La Casona), para su esposa Radisgundis, y de ella llama especialmente la atención el alicatado exterior en un color amarillo pálido con toques burdeos.
La Generala, la Casa de Manuel Requejo, la Casa de Doña Basilisa (con una imponente galería acristalada), la Casa de Marcelo Cantera, la Casa de las columnas (que funcionó como casa/bar-tienda) y la Casa de La Peña, fueron otras construcciones que se levantaron con capital indiano aunque no resulten visualmente tan espectaculares como el resto.
La joya de la corona de las casas indianas de Somao es la Casa de La Torre (o Casa Amarilla), un encargo de Fermín Martínez para su madre.
Se terminó de construir en 1912 y fue obra del arquitecto Manuel del Busto, quien resolvería con maestría un edificio muy singular, tanto por su envoltura en azulejos amarillos como por su alta torre con esbelto chapitel.
Por si fuera poco, está ubicada en un promontorio, lo que hace parecer que sea aún más alta y que resalte sobre la figura del resto del pueblo.
¿Qué más ver en Somao?
En los alrededores de Somao hay además dos miradores fabulosos desde donde tener una panorámica de toda la zona: el mirador de Monteagudo y el del alto de La Peñona.
Hasta ambos se puede acceder en coche (aunque los último metros del de Monteagudo, cuesta arriba, hay que hacerlos a pie) y los dos cuentan con un área recreativa.
Desde el mirador de La Peñona (o desde una pista a unos 2 kilómetros de Somao por la carretera de la costa), también se puede llegar caminando hasta El Eucaliptón, un gran eucalipto centenario que habita ya en los montes del vecino concejo de Cudillero.
Si te apetece completar aún más tu plan, también puedes hacer la Senda Costera de Muros de Nalón, visitar las trincheras de la Guerra Civil de Soto del Barco o los pintorescos pueblos de El Castillo y Cudillero.
Para los gastrónomos en la sala: se pueden realizar visitas (con reserva previa) a la quesería artesanal La Peñona, especializada en la elaboración de queso afuega’l pitu.
Además, muy cerca de Somao, en Muros de Nalón, está Casa Carmina, un albergue turístico que en verano abre su cocina al público en general y donde se come de vicio.
2 comentarios
Merece la pena seguirte.
Gracias!
A ti por estar siempre ahí Zulema. ¡Un besote!