Pensar en Asturias sin evocar la sidra, la fabada o el color verde que tiñe sus prados y montañas es complicado. Pero decir que nuestra región es solo eso sería injusto e inexacto, ¡es mucho más!
Por eso, cada vez son más los valores de la cultura asturiana que reivindican su puesta en valor de cara al turismo, exigiendo que se les reconozca su relevancia y potencial para el sector, al igual que se hace con el paisaje natural, la cultura sidrera o la gastronomía tradicional.
Uno de estos casos es el Patrimonio Industrial asturiano, que durante años ha permanecido prácticamente oculto a los viajeros que visitaban la región.
No sé si porque no se consideraba lo suficiente atractivo para el turista o por qué, pero lo cierto es que no ha sido hasta estos últimos años cuando se le ha promocionado con ahínco para situarlo donde se merece.
El Ecomuseo Minero Valle de Samuño, ubicado entre los barrios de El Cadavíu y La Nueva, en Ciaño (concejo de Langreo), es un ejemplo fantástico de esa labor.
Descubriendo las Cuencas Mineras y su Patrimonio Industrial
Este museo se encuentra dentro del Paisaje Protegido de las Cuencas Mineras, una delimitación perteneciente a la Red Natura 2000, que abarca los concejos de Langreo, Laviana, Mieres y San Martín del Rey Aurelio y que gira entorno a las cuencas de los ríos Nalón y Caudal, en la zona central de Asturias.
⇒ Lo que poca gente sabe es que ésta no es la única zona minera de Asturias, ya que también la comarca del Narcea explotó durante décadas sus yacimientos carboníferos.
El Ecomuseo Minero Valle de Samuño forma parte del grupo Minas de Asturias junto con el Museo de la Minería y de la Industria y el Pozo Sotón. Es además un Conjunto Histórico que fue declarado Bien de Interés Cultural en 2013 y, desde ese mismo año, ofrece una experiencia minera apta para todos los públicos.
La visita comienza en la estación de tren de El Cadavíu, una reconstrucción de la original que sirve de taquilla y centro de recepción de visitantes. Allí mismo hay un aparcamiento bastante amplio para dejar el coche.
Un viaje en tren al interior de la mina asturiana
El tren minero recorre 2 kilómetros aproximadamente por las vías por las que se transportaba el carbón antiguamente. Parte de la estación y va por la ribera del río Samuño atravesando primero mina La Trechora, una excavación de montaña, para adentrarse a continuación en la galería del Pozo Samuño por el Socavón Emilia.
Durante todo el recorrido, que transcurre a velocidad lenta para poder contemplar el entorno, en el tren se recrean los sonidos del trabajo en la mina, un ruido ensordecedor que ambienta nuestro viaje y que nos facilita la tarea de imaginar cómo debían de ser las jornadas allí abajo.
Horas y horas prácticamente a oscuras, en un ambiente húmedo y sucio, con ruido atronador constante y siempre con la posibilidad de que ocurriera una desgracia en la mente.
⇒ Lo que se extraía de la mina era la hulla, un carbón mineral duro y quebradizo de color negro y brillo mate o graso.
El Socavón Emilia es una mina de montaña excavada en el siglo XIX y, a una profundidad de 32 metros (el equivalente a un edificio de 11 pisos), es solo la primera de las seis plantas del Pozo San Luis, que llega a alcanzar los 430 metros de profundidad bajo la boca del pozo.
En las Cuencas Mineras hay un total de 5000 kilómetros de galerías excavados, algunas hasta a 2000 metros bajo tierra, ¡una auténtica barbaridad! Y no sé a ti, pero a mí los sitios así me dan cierta claustrofobia, así que solo de pensar en las condiciones que tenían que soportar los mineros allí abajo me pongo un poco nerviosa.
Imagínate aquellos primeros valientes que bajaban a la mina acompañados solo de una lámpara de carburo, un pico, una pala y una jaula con un pájaro dentro para poder tener cierto margen para escapar en caso de que hubiera una fuga de gas metano.
Ese gas es el tan temido grisú, combustible en contacto con el oxígeno del aire y que podía provocar una catástrofe solo con una chispa. Ya que la ventilación era nula, el pájaro era una alarma antigas. En caso de que dejase de cantar y muriera todos tenían que salir corriendo, porque eso significaba que había un escape y que era cuestión de minutos que todos cayeran sin enterarse.
⇒ En 1927 el grisú mató por asfixia y quemaduras a catorce trabajadores del Pozo San Luis.
Descubriendo el Ecomuseo Minero Valle de Samuño
Tras bajar del vagón del tren, recorrer unos pocos metros a pie por el interior del pozo y atender a las explicaciones del guía, subimos en el ascensor, que imita, en una versión un poco más moderna, la jaula que transportaba a los mineros hace años.
Esta jaula se movía a una velocidad de 4 metros/segundo cuando no iba muy cargada y a 9 metros/segundo cuando iba llena hasta los topes. Para que te hagas una idea, el ascensor del edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa de Dubai, se desplaza a 10 metros/segundo, así que imagínate…
La jaula nos saca hasta la bocamina del Pozo San Luis, en la parte inferior del castillete, construido en hierro y que data de 1930. Su función era la de sostener las poleas del mecanismo que hacía funcionar la máquina que movía la jaula.
Mide 28 metros de altura y se encuentra en un estado de conservación óptimo, siendo quizás el elemento más llamativo de todo el complejo.
Esta parte del Ecomuseo Minero Valle de Samuño se encuentra en La Nueva, un poblado minero que llegó a contar con alrededor de 3000 vecinos y donde hoy en día viven apenas 290 personas.
Actualmente podemos pasear por los exteriores asfaltados de las instalaciones del Pozo San Luis, pero hay que tener en cuenta que la plaza antes era de tierra, lo que hacía que cuando llovía o simplemente cuando no daba el sol (que en esta zona es varios meses al año), aquello fuera un auténtico barrizal.
Este pozo estaba gestionado por Carbones de La Nueva S.A perteneciente a la Real Compañía Asturiana de Minas y lo formaban diferentes edificios. El más llamativo es la Casa de Máquinas, de estilo modernista y presidido por varios pináculos ornamentales que, aunque puedan parecer de cemento, están hechos de zinc y estilo art-decó.
Ya en el interior del edificio me llamaron mucho la atención las paredes azulejadas con el símbolo de dos picos cruzados, un emblema que se repite también en la fachada de la Casa de Máquinas.
Aquí se encuentran todas las máquinas que hacía funcionar los mecanismos de extracción del interior de la mina, entre ellos un compresor que se compró en 1936 en EEUU pero que debido al estallido de la Guerra Civil Española no llegó hasta 1940.
Merece la pena pararse un rato a contemplar las máquinas. Todas son bastante antiguas y están muy bien conservadas; por eso, aunque no entiendas muy bien su funcionamiento (como es mi caso, que soy un poco zote para todos estos temas tecnológicos), resulta muy interesante dedicarles unos minutos. Además el guía te lo explicará todo, así que no hay problema.
El papel de la mujer en la mina asturiana
En las oficinas trabajaban los altos cargos de la empresa, que eran en general bastante clasistas. Como podrás imaginar eran los que más cobraban, y además no se solían relacionar con los mineros. Pero las discriminaciones no acababan ahí…
Las mujeres no entraron a trabajar legalmente en la mina hasta 1984. Fueron las primeras de España en adquirir ese derecho. Sin embargo, que no estuviera legalizada su labor no quiere decir que no llevaran décadas desempeñando ese trabajo.
Algunas eran picadoras en los pozos, otras lavavan el carbón y otras arrastraban vagonetas. Muchas lo hacían por decisión/obligación propia para ganarse algo de dinero (mucho menos que los hombres) y otras ocupaban el puesto de su marido fallecido para poder seguir manteniendo a sus familias.
En ningún caso estaban registradas o dadas de alta en ningún sitio, así que si alguna fallecía mientras trabajaba lo único que se hacía era coger su cuerpo y dejarlo fuera de las instalaciones.
“Mujeres cargadas de hijos cuyos hombres no entregan nunca «el sobre» con la paga y que «gastan en la hedionda taberna lo que hacía falta en el hogar para un pedazo más de pan» – en palabras de reprensión a los mineros de Manuel Llaneza -. Mujeres que muchas veces tienen que llevar consigo a sus hijos de pocos meses para poder darles el pecho y que – como las que trabajaban en los años cuarenta en los lavaderos de La Nueva – tienen que trabajar y vigilarlos a la vez, dormidos en el suelo, sobre el aire caliente, viciado, sucio, negro, de las rejillas de los respiraderos. Mujeres que nunca fueron débiles y que sabían perfectamente que de compasión no se comía.” (Mujeres Mineras, de Montserrat Garnacho Escayo)
La lampistería era el lugar por donde los mineros tenían que pasar, sí o sí, al entrar y salir de la mina. Aquí “fichaban”, cambiaban sus fichas por las lámparas y por todo su equipamiento, de forma que si al terminar la jornada laboral faltaba alguna ficha había que dar la voz de alarma.
Como ya comenté antes, la mayoría de los trabajadores eran hombres, y desde 1919 todos mayores de 16 años. Al menos oficialmente, porque en aquella época era muy difícil saber con exactitud qué edad tenían los niños ya que no había ninguna identificación que lo especificase.
Y aunque hoy pueda parecer extraño, en aquellos tiempos no era fácil encontrar a gente dispuesta a bajar a la mina. Los accidentes con desastrosas consecuencias eran el pan de cada día y las condiciones laborales extremadamente duras, así que quien llegaba pidiendo trabajo tenía un puesto asegurado.
Otro lugar curioso es la Casa de Aseos. Nada más entrar nuestra vista se va directa al techo de la sala, donde cuelgan numerosas perchas que los mineros utilizaban para tender su ropa y que ésta se ventilase y secase más rápido.
También se pueden ver las taquillas, las duchas, carteles antiguos y varias pintadas en las paredes con lemas de la lucha minera y obrera.
⇒ En la planta superior se encuentra el Centro de Interpretación del Paisaje Protegido de las Cuencas Mineras. No es algo imprescindible, pero ya que estás aquí te recomiendo que le eches un vistazo, aunque sea breve.
En el Ecomuseo Minero Valle de Samuño también se puede visitar una nave que alberga diferentes locomotoras y vagones de tren, así como el chigre (el bar de toda la vida) o el botiquín y la enfermería, donde es inevitable pensar en todas las desgracias de las que este lugar ha debido de ser testigo.
De hecho, de los 400.000 trabajadores que pasaron por las minas asturianas a lo largo de 260 años, nada más y nada menos que 5000 murieron trabajando… Un dato horrible pero revelador.
Los últimos espacios museizados son la carpintería y la fragua, ya al final del recorrido. En estas salas se pueden ver tanto las herramientas que utilizaban los trabajadores en la mina como cómo fabricaban los herreros y carpinteros esos utensilios.
Saliendo de la fragua a mano izquierda se encuentra el socavón Isabel, una mina de montaña de la que solo se puede ver su entrada enmarcada en ladrillo y piedra. A estas minas de montañas se les llamaba coloquialmente chamizos, una palabra que en asturiano significa barrizal.
El Pozo San Luis estuvo en funcionamiento desde 1928-1930 hasta 1969. Tras su clausura y con el cierre de todas las minas de carbón de Asturias en un horizonte que prácticamente podían tocar con la mano, cada vez más gente abandonó los pueblos de las Cuencas Mineras en busca de nuevas oportunidades.
El carbón supuso el despegue industrial no solo de esta zona sino también de Asturias. Sin embargo el cierre de las minas fue para a esta comarca un golpe muy duro, ya que la mayoría de sus habitantes vivían directa o indirectamente de ello.
Actualmente solo hay una mina de carbón en funcionamiento en todo Asturias, el Pozo Nicolasa, en Mieres, que abastece a la central térmica de La Pereda.
⇒ El precio de la entrada es de 10 € para adultos, 4 € para niños de 4-11 años y gratuita para menores de 4 años gratis. La reducida es de 5 € (pensionistas, mayores de 65, desempleados y carnet de estudiante) y la entrada familiar (2 adultos + 2 niños) cuesta 24 €. También existe la posibilidad de visitar solo el Pozo San Luis (sin tren) y cuesta 3 €. ⇒ Puedes consultar los horarios en su página web, ya que cambian según la temporada y son diferentes por semana y en fin de semana. ⇒ Se recomienda reserva previa, sobre todo en periodos de más afluencia como verano, puentes o fines de semana.
PD. Si buscas más actividades culturales o museos para visitar en Asturias puedes ojear estos dos artículos que te dejo por aquí:
- El Vino de Cangas, una tradición milenaria con Denominación de Origen
- El Archivo de Indianos de Colombres, la memoria de la emigración asturiana
3 comentarios
Gracias Sandra por la información, he ido varias veces a Asturias pero no sabía que ase podía visitar este museo minero. Estoy deseando volver para hacer una visita, tiene muy buena pinta! Un saludo!
Muchas gracias a ti por tu comentario, estoy segura de que cuando lo visites te gustará :) Un abrazo!
¡Muy chulo el relato!
Nosotros estuvimos hace poco en la mina de Arnao, y la verdad que también recomendamos la visita!
Os dejamos un enlace con el relato: https://sincodigopostal.com/salinas-museo-de-las-anclas-y-mina-de-arnao/
¡Un saludo!