Como ya comenté hace algún tiempo en el post ‘El Faro de Moncloa, las mejores vistas sobre el cielo de Madrid’, no soy una persona a la que le gusten demasiado las grandes ciudades.
Disfruto mucho descubriendo lugares diferentes y especiales, pero siempre un poco alejados del barullo que envuelve a estas urbes.
Aunque a priori pueda parecer que hay que irse relativamente lejos de ellas para encontrar este tipo de refugios, lo cierto es que hasta en la ciudad más grande hay espacios bastante céntricos donde relajarse por unos instantes y respirar esa calma tan necesaria para combatir el bullicio y la sobre estimulación a la que estamos expuestos.
El Jardín Botánico de Madrid, ubicado a escasos metros del Museo del Prado y de la estación de Atocha, es uno de esos oasis muy poco visitados que sorprenden a quienes se dejan caer por allí y tienen ganas de salirse del itinerario turístico habitual.
Visitar el Jardín Botánico de Madrid: acceso y precio
El acceso al Jardín Botánico de Madrid se realiza por la puerta de Murillo (Plaza de Murillo, Paseo del Prado), en el extremo noroeste del recinto. Allí hay habilitada una pequeña taquilla donde adquirir el ticket de entrada por 4 € (descuento para estudiantes, familias numerosas y mayores de 65 – menores de 10 años no pagan entrada -).
Las entradas también se pueden comprar online, sin embargo el precio es exactamente el mismo y no creo que sea necesario ya que no es un lugar muy visitado que se llene habitualmente. De todos modos, quizás en verano haya más afluencia de visitantes y por precaución sea mejor comprar la entrada online.
⇒ Horario: de 10:00 a 18:00 de noviembre a febrero - de 10:00 a 19:00 marzo y octubre - de 10:00 a 20:00 abril y septiembre - de 10:00 a 21:00 mayo, junio, julio y agosto.
Un poco de historia…
El Real Jardín Botánico de Madrid data de 1755, año en el que Fernando VI ordenó su creación. Sin embargo, la ubicación que se eligió entonces no fue la que podemos disfrutar hoy en día, sino la Huerta de Migas Calientes, un espacio cercano a lo que actualmente se conoce como Puerta de Hierro.
Poco tiempo después, en 1774, Carlos III decide trasladarlo a su localización actual en el Paseo del Prado, inaugurándolo en 1781 con la ayuda de los arquitectos Juan de Villanueva y Sabatini.
Con los años ha sufrido diversas remodelaciones así como largos periodos de abandono, pero también ha servido como base de operaciones para numerosos proyectos de investigación, algo que afortunadamente se ha podido mantener con el paso del tiempo.
El jardín está dividido en diferentes zonas acotadas según las variedades de plantas que hay en cada una de ellas. De esta forma la división general queda así:
• Plantas Ornamentales
• Rosaleda
• Plantas aromáticas y medicinales
• Huerta
• Terraza de las Escuelas Botánicas
• Paseo de las estatuas (que vertebra el jardín en dos partes)
• Terraza del Plano de la Flor
• Invernadero Santiago Castroviejo Bolíbar
• Estufa de las Palmas
• Estanque de Linneo
• Pabellón Villanueva
• Glorietas de los Tilos
• Glorietas de los Plátanos y de los Castaños de Indias
• Paseo de los Olivos
• Terraza de los Bonsáis
Los recorridos que se pueden hacer por el interior del jardín son numerosos y algunos aparecen señalados en el mapa del recinto que dan a la entrada. Mi recomendación es que dediques al menos un par de horas a perderte por cada camino, por cada intersección y por cada recoveco del lugar para así disfrutar en profundidad de él.
¿Cuándo visitar el Jardín Botánico de Madrid?
Yo lo hice en otoño, a principios del mes de diciembre, y aunque es verdad que muchos árboles de hoja caduca ya no estaban muy tupidos, me encantó ver la transición de colores y estados en todas las plantas, desde los árboles más grandes a las plantas hortícolas más pequeñas.
Además, cuando yo fui tenía un aspecto más salvaje y selvático al estar las hojas esparcidas por el suelo, algo que a mí personalmente me chifla (¿soy la única a la que le vuelve loca el crujir de las hojas bajo los pies?).
La conclusión, ¿hay una época mejor que otra para visitar el Jardín Botánico de Madrid? Yo creo que no. La mayoría de las plantas van cambiando según las estaciones y aunque estén diferentes siempre están bonitas.
Si te gusta ver los tonos ocres de los árboles puedes ir en otoño, si prefieres verlos cubiertos y teñidos de color verde intenso ve en primavera o verano. Si quieres ver muchas flores ve en primavera, pero si lo que quieres es ver muchos frutos en la huerta, ve en verano u otoño. En definitiva, entérate con antelación del estado del jardín y elige la época según tus preferencias personales.
Como en cualquier jardín botánico, la mayoría de las plantas están identificadas con una pequeña placa que especifica su nombre y cuál es su origen geográfico. Además, por el jardín también se reparten diversos paneles explicativos más amplios que cuentan algunas curiosidades sobre determinadas especies.
Es una buena opción para aprender un poco más de botánica y también quizás para descubrir cuál es el nombre de esa planta que tantas veces has visto pero que no tienes ni idea de cómo se llama.
A mí por ejemplo me alucinó la parte de la huerta, con una variedad bastante amplia de plantas de diferentes partes del planeta y muchas de ellas aún con sus frutos colgando.
Sin embargo, pienso que en lo que refiere a esta zona se podría ir un paso más allá y tal vez donar ciertas frutas y verduras a alguna asociación para que así no se pierdan.
Entiendo que quitarlas todas sería inviable, ya que se perdería el carácter educativo y divulgativo del jardín, pero no estaría mal recolectar parte de la cosecha y contribuir a alguna causa.
También me pareció muy curioso encontrarme con un hotel de insectos. La primera vez que vi uno fue en Suiza y me pareció un idea extraordinaria y súper útil. Se trata de construcciones sencillas hechas generalmente con elementos naturales como palos, troncos, paja, piñas, etc. que sirven a los insectos como cobijo.
Es una sencilla forma de controlar y combatir ciertas plagas así como de estimular la polinización. Igualmente, es una oportunidad genial para observar de cerca a estos pequeños animalejos y aprender un poco más sobre ellos.
La parte más monumental del Jardín Botánico de Madrid es aquella en la que se encuentran tanto el Pabellón Villanueva, como el estanque de Linneo, de aspecto bastante idílico y con bancos donde sentarse a ver la vida pasar durante un rato.
El pabellón se construyó en el siglo XVIII como invernadero, aunque hoy en día está destinado a acoger exposiciones y diferentes eventos, por lo que permanece cerrado al público la mayoría del tiempo.
Otra parte muy especial y exótica es la dedicada a los cactus, un pequeño desierto con gran cantidad de especies diferentes, algunas bastante comunes como el Aloe Vera, pero otras muy poco frecuentes por aquí como por ejemplo el Agave.
Pero si hubo una parte que me gustó más que el resto esa fue la Estufa de las Palmas, quizás la zona más húmeda de todo el botánico, una sala repleta de helechos y monsteras que te teletransportaba por unos minutos a una selva tropical.
Además, es un espacio súper fotogénico en el que pasar un buen rato sacando fotos, así que si te gusta la fotografía cuenta con ese tiempo de más en tu visita.
Nuestro recorrido terminó en el invernadero Santiago Castroviejo Bolíbar, compuesto por tres zonas con diferentes temperaturas y humedades, de más húmedo, con plantas colgantes, a más seco, con otra buena colección de cactus.
Por si fuera poco, también cuenta con una plataforma para recorrerlo por la parte superior, algo muy interesante para ver las plantas desde otra perspectiva.
Como ya dije antes, visitar el Jardín Botánico de Madrid es un plan imprescindible si te gusta la naturaleza, las plantas o si simplemente buscas un lugar en el que escapar por un rato del ajetreo de la ciudad.
Para mí la visita mereció mucho la pena y estoy segura de que volveré para verlo en otra época, quizás en primavera cuando todo esté un poco más verde…
La capital madrileña me ha sorprendido una vez más con uno de esos rincones con encanto que tanto me gustan.
Si quieres saber qué ver en Madrid capital en un día cualquiera, el Real Jardín Botánico es una opción genial. Aprovecha la información que te he dejado en este artículo, para disfrutar al máximo de tu visita a este pequeño oasis urbano.
8 comentarios
Pues yo que sí soy urbanita y me gustan las ciudades y las aglomeraciones de gente, me encanta visitar los jardines y he tenido la suerte de ver el jardín botánico de Madrid. A mí me gustó mucho, pero después de leer tu post tengo que volver porque hay cosas que me pasaron desapercibidas como el hotel de insectos. Una excusa más para volver a Madrid.
Volver a Madrid siempre es una buena opción jeje Es lo que pasa con las grandes ciudades, que siempre te sorprenden por muchas veces que hayas ido :)
Que interesante Sandra! En Julio vamos a Madrid, y si nos queda tiempo me anoto este interesante atractivo :)
Me encantó de los hoteles para insectos, me parece una ideal genial. Cuando estuvimos en Edimburgo fui al jardín botánico y realmente me sorprendió, por lo que creo que vale la pena la visita!
Un abrazo!
Dudo mucho que vayáis a tener tiempo esos días entre conciertos y comida jajaja Mira, a mí me faltó visitar el de Edimburgo, tengo que volver!!!! :P
Nunca había visto los jardines botánicos con tus ojos, ahora los veo más atractivos. Me ha encantado la idea de donar parte de la cosecha de la huerta, seguro que hay muchos colectivos dispuestos a ofrecerse a hacerlo, incluso colegios como actividad formativa
Una vez al mes voy a Madrid por trabajo, y a veces tengo tiempos muertos entre reunión y reunión que pueden llegar a ser de 3h, ya me has dado una idea de como llenarlos
Un Saludo
¡Hola Paula! Sí, de hecho a mí me pareció raro que no lo hicieran ya lo de las donaciones, quizás haya un motivo que yo desconozco, no sé… Si te pasas por allí en uno de esos tiempo muertos ya me cuentas qué te ha parecido :) Un abrazo fuerte!!!
Sandra qué chulada. Pues me lo anoto para incluirlo a la visita a Madrid que tengo pendiente hacer con Pol. Me ha gustado eso de saber los nombres de las plantas y flores que vemos y nunca sabemos cómo se llaman ¡Será un juego divertido!
¿Te puedes creer que el primer sitio y único que he visto un hotel de insectos es donde vivo? Pues sí, en Sant Joan Despí. Delante de casa tengo el parque más grande del pueblo y hay una zona para mariposas, con plantas aromáticas y flores que la vuelven locas, para conseguir que vengan y vivan allí. Pues el año pasado añadieron un hotel de insectos, y pensé que se habían fumado algo, ja, ja no sabía que era una cosa extendida ¡Seré ignorante!
Un Beso Sandra
Ay, qué chulo lo que cuentas del parque y las plantas <3 Ojalá aquí hubiera algo parecido, pero no, por tener no tenemos ni parque con árboles, verde, etc. En fin!! Un besote :)