Siempre que elaboro una lista sobre cuáles son para mi los mejores restaurantes de Asturias no puedo dejar de mencionar el Mesón El Centro, un restaurante maravilloso en la coqueta plaza de Cupido de Puerto de Vega, uno de los pueblos con más encanto del Principado.
Desde afuera parece un chigre de los de toda la vida, con una pequeña terraza (que se amplía en verano) y un aspecto bastante tradicional. Sin embargo, al abrir la puerta y echar un vistazo al interior te das cuenta de que no es así.
Nos recibe una zona de bar con barra, tres mesas altas y una amplia pizarra con parte de la carta escrita, todo con un aspecto bastante actual. El comedor no es muy grande (unos 20 comensales), las mesas son de madera oscura, la mantelería blanca y la decoración moderna pero sencilla.
Todo hace presagiar que será una buena comida de las de toda la vida, pero la cosa no se queda ahí, llega la carta – bastante amplia – y empiezan las indecisiones. Y luego llegan los platos, el primer bocado y te das cuenta de que no será una comida normal y corriente, ¡sino una comida de las que hacen época!
Como ya he comentado el local se encuentra en una pequeña plaza peatonal, por lo que es un lugar perfecto para ir con niños ya que pueden correr y jugar sin peligro alguno. Además, en verano resulta muy agradable poder comer o cenar en una de las mesas exteriores.
Los productos que componen todos los platos de la carta son frescos y de una calidad excepcional, algo que resulta evidente desde la primera vez que te llevas el tenedor a la boca.
Esta vez comenzamos con un aperitivo a base de mejillones en escabeche casero, paté de hígado de rape y piel crujiente de bacalao, todo buenísimo, aunque a mí lo que más me gustó fue el paté, ¡tenía una textura y un sabor espectacular!
De entrantes pedimos dos de nuestros platos preferidos, el carpaccio de pulpo y las rabas de calamar, buenísimos como siempre y además la salsa que acompaña a las rabas es tremendamente adictiva.
Como platos principales esta vez los dos elegimos pescado, Adán un rape en salsa de carabineros y yo una merluza en salsa de puerros que ya había comido en otra ocasión y que me había encantado. Las salsas estaban súper logradas, los pescados muy sabrosos y las patatas panadera tenían una textura perfecta.
De postre pedimos un frixuelo relleno de nata (atado con un regaliz) y un esponjoso y delicioso coulant de chocolate con helado de mandarina. De verdad, no exagero si digo que todo estaba exquisito.
Una de las cosas que más me gustan de este restaurante (a parte de la comida y el trato) es el poder ir viendo cómo evolucionan a pasos agigantados, echar la vista atrás a las primeras veces que fuimos y comparar el trabajo de aquella época (genial), con el de ahora (increíble).
Su esfuerzo por evolucionar es evidente y me resulta admirable cómo Mari, Mon y todo su equipo lo están consiguiendo sin perder ni la más mínima parte de su esencia original, conservando a la clientela de toda la vida a la vez que hacen sentir a los nuevos clientes como en casa, ¡felicidades!
2 comentarios
Conozco a Mon y Mari creo que desde el principio de su aventura en la hostelería. Creo que nunca comí un bonito a la plancha como el que prepara Mari, por no hablar de los berberechos, el pulpo, otros pescados… Tampoco puedo olvidar el vermú que me preparaba Mon. Ahora no voy tan a menudo por la zona pero siempre lo recomiendo. Me alegro que sigan con la misma ilusión o quizás más que cuando empezaron. El trabajo bien hecho y el producto que utilizan seguirá dándoles muchos éxitos.
¡Hola Montse! Nosotros vamos con bastante asiduidad y confirmo cada palabra que dices, todo está delicioso. SE merecen el éxito que están teniendo :) Un abrazo y muchísimas gracias por dedicar unos minutos a comentar en el blog.