A lo largo de nuestra vida, siempre hay lugares que recordamos con más cariño y nostalgia que otros, lugares que nos marcan por diferentes razones y cuyos recuerdos son los que nos sobrevienen cuando pensamos en ‘X’ viaje o cuando estamos inmersos en un estado de aburrimiento/monotonía que hace que no podamos disfrutar como nos gustaría del aquí y ahora.
Y es que, ¿ cuántas veces habremos dicho la frase, ‘lo que daría por estar allí ahora mismo’? De mi boca ha salido al menos varios cientos de veces (aunque no me extrañaría que hubieran sido muchas más), pero mi recuerdo siempre va en dirección al norte, a esa región tan fantástica que es Escocia (reconozco que en invierno a veces sueño con calor, playas y agua cristalina, pero sshhhh…).
Para mi, Escocia está compuesta por miles de estos lugares, escenarios espectaculares que en su día me dejaron sin palabras y que permanecerán en mi memoria para siempre. Uno de los enclaves más increíbles que pudimos visitar durante nuestro viaje a esta región y cuyo recuerdo me acompañará continuamente es el Castillo de Dunnottar.
El Castillo de Dunnottar está situado muy cerca de Stoneheaven (unas 2 millas al sur), al noreste de Escocia y llama la atención principalmente por su ubicación en una pequeñísima península rodeada por las aguas del mar del Norte y con acantilados de 50 metros de altura.
Aunque no se sabe la fecha exacta, los primeros en establecerse en Dunnottar fueron los Pictos, una tribu del norte y este de Escocia que habitó la región desde la Edad de hierro hasta la Alta Edad Media (100 A.C – 900 D.C).
Estos tuvieron que enfrentarse a los ataques de los vikingos, quienes en el siglo IX arrasaron con el castillo, destruyendo cuanto se encontraron a su paso.
En el siglo XII, el Castillo de Dunnottar se convirtió en el primer asentamiento cristiano de Escocia, así como en uno de los escenarios de la lucha por la independencia escocesa, encabezada por el legendario William Wallace.
Se cree que fue él quien en la Edad Media asoló y quemó la fortaleza, ocupada principalmente por ingleses y religiosos, para convertirla posteriormente en su refugio.
Desde el siglo XIV, permanece en manos del Clan Keith, y en el siglo XVII, el Castillo de Dunnottar sirvió de escondite para las joyas de la corona escocesa (actualmente se encuentran en el Castillo de Edimburgo) que debían ser protegidas del ejército de Oliver Cromwell.
La entrada cuesta 6 libras y se puede comprar allí mismo en taquilla. Yo os recomiendo que vayáis al atardecer, ya que la luz de esas horas de la tarde es preciosa y que si tenéis tiempo os déis una vuelta por los caminos que rodean al castillo, tanto por los de la playa como por los de la parte superior.
También es importante que sepáis que el acceso no es demasiado bueno, hay que descender hasta el nivel del mar por un camino estrecho de tierra y unas escaleras bastante empinadas para luego ascender ya otro poco hasta la parte de arriba del castillo. Un recorrido que hay que hacer con bastante calma y que nosotros sufrimos bastante… (si queréis saber por qué, ¡haced click aquí!).
Aunque Dunnottar y su alrededores, sirvieron también como escenario para la película ‘Hamlet’, protagonizada por Mel Gibson y Glenn Close, el clip que he decidido dejaros, es este video donde Tom Weir, un señor escocés muy entrañable, nos explica, en uno de los episodios de la serie Weir’s Way, la historia del Castillo de Dunnottar con un acento muy pero que muy scottish. Aunque no sepáis inglés, ver el video es una buena manera de conocer un poco mejor este lugar, ya que Tom se lo recorre de arriba a abajo y de abajo a arriba.
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