El Camino de Santiago Primitivo, que parte de Oviedo y llega a Santiago de Compostela, esconde muchas sorpresas interesantes. Una de ellas es ésta, la cascada del Nonaya, un rincón selvático maravilloso que aparece como un oasis para los peregrinos en la etapa Salas-Tineo.
Pero no, no hace falta que te hagas la etapa entera (22 km) para disfrutar de esta bonita cascada, ya que se encuentra a solo 3 kilómetros de la villa de Salas, y existe una ruta identificada como SL-AS 22 que comparte recorrido con el camino que te conducirá directo hasta ella.
¿Quieres saber cómo llegar y todo lo que te encontrarás durante el trayecto? Pues sigue leyendo que aquí abajo te lo cuento todo.
¿Cómo llegar a la Cascada del Nonaya?
El itinerario parte de la plaza de La Campa, donde se encuentra el panel informativo. Desde allí continuaremos sentido ascendente hasta llegar a un cruce donde tomaremos la calle de la derecha (Ondinas), ya señalizada con las indicaciones del Camino de Santiago.
Al final de la calle, tras dejar el Hotel/Albergue Casa Sueño a mano izquierda, comienza la pista de monte que nos conducirá hasta la cascada del Nonaya en un recorrido lineal de 3 kilómetros ida y 3 kilómetros vuelta (alrededor de una hora para subir y un poco menos de una hora para bajar).
Pese a que todo el camino de ida es ascendente, con un desnivel de aproximadamente 250 metros, es muy llevadero, y el sendero está en buen estado. Así que es una buena opción para hacer con niños.
Como acostumbro a decir, siempre y cuando estos estén mínimamente habituados a caminar, porque al fin y al cabo la mitad del recorrido es cuesta arriba y, sobre todo en días de calor, puede ser un poco cansado.
La senda transcurre paralela al río Nonaya, que nace en la sierra de Bodenaya y cuyo murmullo nos acompañará durante toda la ruta. Además, nos encontraremos con varios puntos interesantes que harán el recorrido más dinámico:
– Un curtidero de pieles abandonado a mano derecha nada más coger la pista.
– La fuente de Paín, restaurada en 2004.
– Los oxidados cargaderos de una antigua mina de caolín.
– El puente de Borra, cuya construcción se remonta a los siglos XVII-XVIII.
– El puente del Carcabón, con un arco de medio punto y un intradós que llama la atención por su profundidad, al igual que el de Borra.
En algunos tramos oiremos también el ruido de los coches, porque la carretera pasa cerca. Incluso podremos ver el viaducto de la “nunca concluida” autovía de La Espina, tapado parcialmente por las copas de los árboles. De todas formas a mí fue algo que no me molestó.
¿Cuándo es la mejor época para visitarla?
Si eliges la primavera o el verano para hacer la ruta a la cascada del Nonaya, podrás disfrutar además de la amplísima variedad de especies arbóreas y florales en todo su esplendor.
Alisos, fresnos, robles, avellanos, arces, acebos, pinos, nogales y cerezos animarán tu caminata junto a otros arbustos y flores que aportarán una chispa de color al monte.
De todas formas, si vas en otoño, seguro que el bosque estará precioso también y además es muy probable que la cascada lleve todavía más agua, ¡así que no hay época mala para hacerla! Bueno, quizás en invierno, que por mucha agua que baje por la cascada el color del entorno estará bastante apagado, ¡y el color es otro de sus principales encantos!
Vayas cuando vayas, mejor ir una semana que haya llovido un poco para verla, si no en todo su esplendor, al menos con una cantidad considerable de agua.
A los 2,8 kilómetros aproximadamente tendremos que tomar un desvío hacia la derecha y cuesta abajo que ya nos llevará directamente, después de unos 250 metros, hasta la cascada del Nonaya. La bifurcación está perfectamente señalizada, así que no hay pérdida.
Llegarás a un paisaje salvaje, frondoso, fresco y lleno de vida. Además, verás que el entorno es amplio, perfecto para comer si no hay demasiada gente y, si vas con niños, para que correteen un poco sin ningún peligro más allá de meter el pie en el riachuelo.
Cuando fuimos nosotros todo estaba bastante limpio, aunque siempre hay algún resto que no debería estar allí. Si te encuentras con alguno no dudes en ayudar un poco al medioambiente recogiéndolo y llevándotelo junto con tu basura.
La cascada del Nonaya es chiquitina pero muy guapa. Sus escasos 3 metros de salto le bastan para crear un paisaje de gran belleza, ensalzado por la conjunción de los riachuelos Porciles y Bouzas.
Verás que, como te dije, el entorno es una maravilla, así que te animo a que dediques un rato a disfrutar de su naturaleza desbordante. Siéntate y relájate, respira, saca unas fotos, ¡mete los pies en el agua si te atreves!
Porque después ya, con pena nos despediremos de la cascada del Nonaya mientras ascendemos por el camino de vuelta hasta el cruce, desde donde continuaremos cuesta abajo, desandando nuestros pasos hasta llegar a Salas.
El Hotel/Albergue Casa Sueño tiene una terraza exterior perfecta para tomar algo y recuperar fuerzas al finalizar la ruta.
Como ves, es un plan fantástico para días de calor pero también para esos momentos en que necesitamos un “reset” mental y simplemente disfrutar de la naturaleza, sea la estación del año que sea.
PD. Si te apetece seguir conociendo algunas de las cascadas más alucinantes de Asturias échale un vistazo a las entradas ‘Ruta de la Seimeira, una cascada de cuento en Asturias’, ‘Las cascadas de Oneta, el susurro más puro de la naturaleza’ y ‘La cascada del Cioyo y la magia del agua’.