Aquí la caguica de los aviones al teclado de nuevo. Esta vez para contarte varias cosas que he aprendido durante los pasados meses sobre cómo controlar el miedo a volar y que espero me sirvan (y a ti también) de ayuda para futuros vuelos (he hablado de volar y aún no me he puesto a hiperventilar, ¡es un gran paso!).
A raíz de escribir aquel post sobre Mi miedo a volar, empecé a investigar un poco por internet para ver si había alguien más a quien le sucediese lo mismo y que también lo compartiese en su blog; fui a dar con Jose David, autor de “Viajar, comer y amar” y por desgracia (sobre todo para él), también aerofóbico…
En sus posts nos cuenta su experiencia durante el curso ‘Perder el miedo a volar’, organizado por la empresa Wolters Kluwer Formación junto con Iberia, un curso de dos días impartido por varios profesionales de la aviación y un equipo de psicólogos que a través de explicaciones aeronáuticas, técnicas de relajación, un vuelo en simulador y otro real, pretenden dar las claves para que los vuelos en avión sean una experiencia menos traumática para los ‘aerofóbicos’ (menudo nombre, ¿verdad?).
Como ya intuirás, el precio del curso no es apto para todos los bolsillos (creo que ronda los 500 o 600 €), pero no desesperes, que quienes no nos lo podemos permitir tenemos una opción mucho más económica al alcance de nuestra mano, y es que Javier del Campo Martín y Luisa C. Martín – Cobos (piloto y psicóloga respectivamente, responsables del curso) han pensado también en nosotros y han recogido en un libro parte de los contenidos impartidos en ese curso.
‘Feliz Vuelo’ cuesta alrededor de 7 € y, dividido en dos partes bien diferenciadas (una sobre aeronáutica y otra de psicología), plantea las bases para la superación de la aerofobia. Después de haberlo leído, te puedo decir que me ha parecido, sobre todo, tranquilizador… El hecho de que esté escrito por profesionales con gran experiencia en el campo de la aviación hace que confíes casi ciegamente en sus explicaciones y que te fíes de ellos cuando te dicen que ‘no puede pasar nada’.
Aunque existen numerosos blogs donde poder aprender de la experiencia de otros profesionales del mundo de la aviación, no te voy a engañar… la explicación de un piloto experimentado me transmite más confianza que cualquier otra. Es por eso que te recomiendo que si tienes el mismo problema que yo y no tienes ni idea de cómo afrontarlo te leas el libro.
No te puedo decir aún si me ha funcionado o no porque no he tenido la oportunidad de volar desde que lo leí, pero prometo que en cuanto lo ponga en práctica volveré por aquí para contarte cuales han sido los resultados. De todas formas no será cosa de poco tiempo supongo, pero yo, con ir sufriendo un poco menos en cada vuelo ¡me doy por satisfecha!
En Feliz Vuelo se presentan, como complemento a todos los datos aeronáuticos, una serie de técnicas de relajación que, según Luisa C. Martín – Cobos debemos poner en práctica cuanto antes para conseguir la mayor relajación posible durante el vuelo, es decir, debemos estar preparados mucho antes del vuelo para en ese momento ser capaces de autocontrolarnos sin dificultad.
Pero si eres un poco vago (como es mi caso) o simplemente no tienes el tiempo sufuciente para dedicarle a estas técnicas, hay cuatro cosas básicas que debemos hacer (sí o sí) durante el vuelo para que éste sea lo más placentero posible: adoptar una posición adecuada en el asiento, aceptar la crisis (aunque parezca raro hay que dejarse llevar y no luchar contra ella), disfrutar de algún tipo de distracción (tipo película, lectura, conversación…) y por último, el punto más importante y difícil de conseguir, pensar en positivo. Conseguido todo esto, lograrás que el estrés durante el vuelo se vea altamente reducido.
Te puedo decir que yo lo he intentando todo, todo menos pensar en positivo, y puede que ese haya sido mi fallo… porque en vez de pensar que sí, que tengo pánico, algo absolutamente normal y decirme a mi misma ‘ahora vas a intentar tranquilizarte’, me paso el viaje repitiéndome una y otra vez que me va a dar un patatús, sin ponerle más remedio que un par de respiraciones pausadas (el tiempo que tarda en venirme otro pensamiento fatalista a la cabeza).