HISTORIA DE ASTURIAS
(PARA DUMMIES)
Los primeros pobladores conocidos de Asturias fueron los dinosaurios (después de bacterias y otros organismos unicelulares). Triceratops, velociraptors y diplodocus (por decir algo, no me lo tomes al pie de la letra) se paseaban por aquí como Pedro por su casa, dando lugar a lo que hoy conocemos como la costa de los dinosaurios, que abarca el espacio entre Gijón y Ribadesella.
En esta zona se han encontrado numerosas huellas y huesos de dinosaurios, comprendidas en nueve yacimientos de icnitas que se pueden visitar. Además, toda esa información está recogida en el Museo del Jurásico de Asturias, muy recomendable especialmente para ir con niños o si eres un apasionado de la paleontología.
Aunque se sabe que Asturias estaba habitada por humanos hace ya por lo menos 200.000 años (tal y como se puede concluir del yacimiento de Cabo Busto), los restos óseos humanos más antiguos se hallaron en la cueva del Sidrón y datan de hace alrededor de 49.000 años. Allí se identificó a 13 neandertales conocidos desde entonces como “los 13 del Sidrón”.
Otros descubrimientos trascendentales hallados en Asturias fueron las pinturas rupestres paleolíticas, diseminadas por numerosas cuevas prehistóricas de las que cinco han sido catalogadas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (cueva del Pindal, cueva de La Peña/Candamo, cueva de Llonín, cueva de Covaciella y cueva de Tito Bustillo).
También es posible visitar otros vestigios prehistóricos como los dólmenes y los túmulos neolíticos que hay repartidos por toda la geografía asturiana.
Además, se conservan más de 300 castros de las Edades del Cobre, Bronce y Hierro, especialmente en el occidente de Asturias, en la zona más cercana a Galicia y donde se puede ver una clara influencia de la cultura celta.
Uno de los más conocidos es el Castro de Coaña, cuyos orígenes se remontan a los siglos V-IV a.C y en cuyo espacio se puede visitar también una exposición sobre la presencia y explotación del oro en Asturias.
Y es que la romanización, además de restos importantes como las termas de Campo Valdés, la Campa Torres y la Villa de Veranes en Gijón, también nos dejó otros como las minas auríferas de las Cuevas de Andina en El Franco o las de Navelgas, donde además se encuentra el Museo del Oro.
En el siglo VIII tuvo lugar uno de los acontecimientos más relevantes (y controvertidos) de la historia asturiana, la batalla de Covadonga, que enfrentó a los astures contra las tropas de Al-Ándalus y que sirvió como comienzo a la reconquista de la Península Ibérica.
Don Pelayo, primer rey del Reino de Asturias (718-737) y figura mítica del imaginario asturiano fue quien lideró esa batalla.
En esas mismas montañas, varios cientos de años después (en 1877), se construiría la basílica de Covadonga, a pocos metros de la Santa Cueva, donde se cobija la figura de la Virgen de Covadonga (apodada cariñosamente “la Santina”), patrona de Asturias.
Numerosos reyes sucederían al legendario Don Pelayo hasta llegar a Alfonso III, quien ocuparía el cargo de último Rey de Asturias en exclusiva, ya que Fruela II lo sería también de León.
A esta época (aproximadamente) se remontan los seis monumentos del Prerrománico asturiano que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo (o Liño), San Julián de los Prados, la Fuente de Foncalada, la Cámara Santa de la Catedral de San Salvador y Santa Cristina de Lena.
También San Salvador de Priesca (s.X), en Villaviciosa, y la iglesia y casa rectoral de Santa María, en Soto de Luiña (Cudillero), están considerados Patrimonio de la Humanidad, pero en este caso por estar vinculados al Camino de Santiago, Patrimonio de la Humanidad desde 2015 junto con el resto de rutas jacobeas del norte de España.
De Oviedo sale otra de estas rutas, el Camino Primitivo, que recorre gran parte del interior y suroccidente de Asturias antes de llegar a Galicia.
Se cree que éste fue el primer camino, el camino de caminos, el original, ya que se dice (ya ves que hablo en todo momento de suposiciones porque tampoco hay documentos históricos fiables que lo confirmen), que la tumba del apóstol se encontró en tierras asturianas durante el reinado de Alfonso II.
Ya en 1388 surge la denominación de Principado de Asturias, con Asturias formando parte del Reino de León y bajo la batuta de la corona de Castilla.
Damos ahora un salto de 500 años (casi nada, lo sé, pero ya te avisé de que esta clase de historia es para principiantes) hasta llegar a mediados del siglo XIX, cuando el carbón cobra gran relevancia para la economía asturiana.
Infinidad de castilletes pintan desde ese momento el paisaje asturiano, especialmente el del valle del Caudal y el del valle del Nalón, lo que contribuyó a fortalecer aún más la identidad peleona y reivindicativa de los asturianos.
El Ecomuseo minero Valle de Samuño es un lugar fantástico y recomendable para todos los públicos, donde conocer de manera muy didáctica la historia de la minería en Asturias.
Durante años el carbón trajo consigo muchas alegrías, sobre todo en forma de abundancia económica, pero hubo que pagar un precio muy caro en forma de trágicos accidentes laborales (como el del pozo Nicolasa en 1995 en el que fallecieron 14 mineros) y, años después, con la falta de empleo debido al cierre de los pozos y la descarbonización.
A finales del siglo XIX y principios del XX hubo una tendencia que marcó, para siempre, la vida de miles de familias de la región: la emigración a América.
Algunos de esos emigrantes hicieron grandes fortunas y volvieron a su tierra natal para construir llamativas mansiones, las conocidas como casas de indianos, de las que se pueden ver numerosos ejemplos en pueblos como Colombres, Somao, Luarca o Boal.
La II República dejaría también uno de los acontecimientos más relevantes de los últimos siglos en la historia de Asturias, la Revolución de octubre de 1934.
Se inició como una huelga general obrera y desembocó en una revuelta que, pese a que en el resto de España no llegó a cuajar del todo, en Asturias logró un gran seguimiento (especialmente por los mineros de zonas como Mieres, Langreo y La Felguera).
El resultado fueron entre 1500 y 2000 personas muertas, lo que serviría de presagio de lo que acontecería un par de años más tarde.
La Guerra Civil Española (1936-1939) nos dejó algunos restos históricos que han llegado, en mejor o peor estado de conservación, hasta nuestros días. El cementerio musulmán de Barcia, las trincheras de Soto del Barco o las rutas divulgativas de la sierra de Pedroso y Bufarán son algunos ejemplos.
En la posguerra Asturias sufre una nueva reconversión industrial de la mano de la siderometalurgia como sector aliado del carbón.
Sin embargo, esta prosperidad duró solo unas pocas décadas ya que el cierre de pozos y la consecuente falta de empleo (sumada a la precariedad laboral) desde finales de los ochenta marcó el inicio de una dura etapa para la región.
El paro y el descenso continuado del número de habitantes fueron (y desafortunadamente aún son) una constante en continuo crecimiento.
Lo que será de Asturias (y del mundo entero) después de este convulso 2020 nadie lo sabe. Solo deseo con todas mis fuerzas que, al menos, no tardemos mucho en remontar todo lo que nos ha quitado esta pandemia y podamos volver pronto al punto en el que estábamos antes del confinamiento.
Así, podremos encender los motores y, con todas nuestras ganas y fuerzas, volver a poner en el GPS la dirección a la que nos dirigíamos…